Tiempo verdadero

El problema reside cuando llevas toda la vida confiando en tus instintos porqué te han funcionado y decides dejar de seguirlos por un momento, apagar las alarmas que hay en tu corazón respecto a esa persona, diciéndote que tus instintos no funcionan, y que a veces se pueden equivocar y decides dar un segundo respiro a tu corazón. Entonces, el jodido tiempo te acaba dando en la cara demostrándote que des del primer momento sabias lo que había, pero que decidiste ser ciego. 

Dique vacio

En ti perdí el orgullo y la impaciencia, me hiciste bucear por los mares de felicidad y alegría, con una fuerza imparable atravesaste mi corazón, como una lanza te quedaste en ese hueco de mi clavícula en el cual te pasabas horas respirando mi piel. Tu olor se quedó en los pliegues de mi piel, surcando entre miles de caricias. Ahora solo queda un resquicio de lo que fuimos y de nuestra piel, que jamás volverá ha sentirse porqué se no acabó la pasión de nuestro dique.

Actos ciertos

Creer ciegamente en tus sentidos, impulsar tus acciones a medida que vas sintiendo cada latido es la única forma de sobrevivir en esta vida insana. Creando pequeñas ilusiones a base de sueños reales, trabajos forzados con la humildad para poder crear algo sincero. Los errores no son constatados como derrotas cuando se ha hecho cada vivencia con el corazón en la mano, respetándote a ti mismo y sobretodo a los que más te aman y te valoran de forma reciproca. Porqué quizás creer ciegamente en nuestros actos no sea un error, quizás es una verdad oculta que muchas veces nos quisimos engañar para venerar a la ética, marcada por lo que esta bien o esta mal sin tener en cuenta el corazón. Al fin y al cabo somos personas con un corazón ligado a nuestras vivencias y nuestros latidos con la intención de compartir momento con otras personas.

Paraíso artificial

Y a veces te da igual que te entiendan o no, decides hacer los pasos de forma ciega para al final entender que las situaciones cambian, pero las personas siguen en su mismo eje giratorio donde su centro de gravitación son ellos mismo, enemigos de lo humano, irrelevantes antes la realidad. Esbozas una ilusión para finalmente romper los muros de tu paraíso artificial. 

A ti, a mi, a nosotros

A mi, que me hace más feliz una sonrisa, una caricia, un beso, que un reloj de 200 euros.

A ti, que para hacerte feliz me bastó con cogerte de la mano y llevarte en coche hasta el sitio más bonito de la ciudad. 

A ella, la distancia, que nunca fue enemiga pero si amiga de la ausencia y del frio que provocan los quilómetros. 

A nosotros, que jamás fuimos capaces de coordinar nuestros corazones para rentabilizar nuestra apuesta con el amor. 

A vosotros, que jamás entendereis el precio de estás palabras y la escalera de sueños que formamos solo con desearnos.

Mi musa se fue de putas

La dejé en casa, me fui a comprarle un ramo de rosas para agradecerle su amor incondicional y ser la gracia de mi inspiración  Subí los 34 escalones que separaban la calle de mi locura, la soledad de mi paraíso  la realidad de mi sueño; abrí la puerta a toda prisa, con más ansias que las del primer beso de un adolescente. Me encontré la casa vacía, solo se escuchaba el eco de nuestros besos, el aire de nuestros susurros y convirtió nuestra casa en un cuarto sin ventanas. La llamé y la encontré dos calles más abajo, follándose mis recuerdos en la barra del bar, bebiéndose todos aquellos versos que algún día le escribí con tanta pasión transformando mi mirada en un pozo de rabia porqué aquella noche decidiste irte de putas y dejarme de regalar ese cielo.