A mi, que me hace más feliz una sonrisa, una caricia, un beso, que un reloj de 200 euros.
A ti, que para hacerte feliz me bastó con cogerte de la mano y llevarte en coche hasta el sitio más bonito de la ciudad.
A ella, la distancia, que nunca fue enemiga pero si amiga de la ausencia y del frio que provocan los quilómetros.
A nosotros, que jamás fuimos capaces de coordinar nuestros corazones para rentabilizar nuestra apuesta con el amor.
A vosotros, que jamás entendereis el precio de estás palabras y la escalera de sueños que formamos solo con desearnos.
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