martes, 1 de mayo de 2012

El fin de una vida


Fue la primera vez que sentí miedo en mi vida, la primera vez que la vida me daba un mazazo y no me soltaba, me dejo tumbada en el suelo, sin respiración sin apenas pensamientos que pudieran hacer reaccionar un cuerpo paralizado por la situación, sabia lo que era la vida y como tal lo que conllevaba. Pero no era consciente del poder y del dolor que conllevaba el otro extremo, la muerte. Era la primera vez que la sentía que me tocaba, que me rozaba creándome un dolor enorme arrebatándome la mujer de mi vida. No era consciente de lo que sucedía, repiqueteaban esas palabras en mi cabeza mezclándose con imágenes de ese día, en esa cama sin apenas respiración, regalandole el ultimo besos que el destino me dejo devolverle, pero sin respuesta, sin una sonrisa, sin un abrazo, sin una puta mirada. Mi cerebro no entendía lo sucedida, se paralizo durante unas horas, haciendo que la rabia empezase a brotar por todo mi cuerpo y poco a poco empezaran a salir lágrimas de desesperación por ver como se iba una vida herida.. La noche fue fría, casi congelada, arropando el dolor de mi madre en esa cama, escuchando sus lágrimas desgastadas y su voz pidiendo una respuesta al destino, destino que se encargo de hacerlo todo más jodido si cabe, con más sentido quizás. No entendía de palabras, ni de hechos, solo tenia un pensamiento en mi cabeza y era estar ahí, hasta el final, seguir cada paso que me marcaban los días posteriores a su fallecimiento, sentir que algo se esfumaba con la evaporación de su alma. No existía dolor mas tangible del que verla sin poder darle un aliento de respiración, esperando que algo se moviera en ella, pero todo seguía igual de frió e inerte. Momentos de desesperación me rompían en esas cuatro paredes dónde nada tenia solución, dónde la realidad me daba en la cara y era imposible salir de ella. Supongo que el momento que se pone fin a una vida es el momento del ultimo adiós, el dolor más fuerte jamás sentido, saber que se acaba de verdad, que será la última vez que la podrás ver.. Saber que tal día como ese ella se estaba casando, saber que hacia 50 años justos ella estaba dando el "sí, quiero" y en su día de bodas de oro, ella era enterrada. No existe dolor más grande del que la misma vida te muestre, pero no existe mayor lección que el que te ofrece el amor de una abuela, en la tierra o en el cielo, siempre seguirá presente. Eternamente.

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