lunes, 12 de noviembre de 2012

Llorar de felicidad

Apenas recordaba la última vez que lloré de felicidad, creo que nunca en mi vida había llorado en ese sentido hasta que hace unos días lo hice con esa intensidad. Me sorprendí a mi misma al sentir ese huracán en mi cuerpo desbordando lágrimas con sabor a felicidad. Pero así fue, por un momento desconecte de este mundo el cual no paraba de ir a contrarreloj sin apenas darme un segundo para parpadear y disfrutar de lo que tenia a mi alrededor. Desconecté y aparecí en una cama, abrazada a un corazón, de repente me di cuenta de todo lo que había significado este año, lo duro de andar por la cuerda de la vida sin esa mano que durante tantos años había sido la columna vertebral de tu vida y de los demás. Recordé con dolor cada uno de sus días, cada mes vivido por su ausencia, la fuerza para afrontar los días sin ella e intentando mejorar la situación en casa, y de repente vi que ese instante de felicidad era un regalo que me estaba ofreciendo la vida, y sobretodo, que me estaba ofreciendo ese ángel que me sigue cuidando des del cielo.

A veces la vida es extremadamente dolorosa y arremete contra ti de una forma brutal, haciendo que tu alrededor cambie por completo y tengas que volver a aprender lo que es la vida y reconstruir tu familia y como consecuencia tu corazón. Dándote cuenta que las prioridades a veces deben de cambiar, que el corazón se tiene que dar a cada instante y decir siempre lo que sientes porqué quizás mañana tus caricias huelan a ausencia. Pero de todo se aprende, y más si luego la vida te da esos pequeños regalos en forma de corazón que te hacen llorar de felicidad.

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