viernes, 11 de enero de 2013

Redirecionando la velocidad

Iba a 200 por hora, desesperada por encontrar el punto exacto que me hiciera frenar. La locura de encontrar unos brazos me nublaban el sentido, los impulsos era mi modus vivendi, poco recomendable cuando la ecuación no da positivo. Parece ilógico  lo contrario de lo habitual, pero cuando encuentras el calmante de tu vida, ese beso que no solo te excita, sino que además sabe tranquilizarte cuando has perdido los estribos, cuando la vida te lleva el limite y tu tienes que afrontarlo con la mayor serenidad posible. A veces, que alguien te pare, te mire a los ojos y te diga que todo irá bien, te para los nervios, te seca esas lágrimas de odio y rencor hacia el mundo, aprendes a ir lento, a saborear los momentos, a sentir los instantes, a valorar cada respiración porqué la vida consiste en encontrar el equilibrio, buscando siempre la plena felicidad.

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