Apagamos la luz para que se cumplan nuestros sueños como paliativo al dolor de las heridas marcadas en nuestra piel, algunas de ellas aun abiertas y sangrando en nuestro interior. La noche se encarga de ofrecernos un alivio nocturno para nuestro dolor, haciendo volar nuestra fantasía hasta puntos inimaginables; Por eso a veces preferimos vivir de noche y no de día, para evitar que la luz nos toque el corazón renunciando a revivir aquello que en cierto momento nos causo una agitación emocional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario