Viendo atardeceres entre andenes a la velocidad de una pasión llego a mi destino con cierta resignación, el viajar con un fin especificado se ha vuelto una vía de escape sin apenas esperarlo. Solo unos minutos a cambio de felicidad natural, de caricias insaciables en el corazón, buscando en cada poro de la piel palabras concretas para esta situación.. Poco a poco vamos comprendiendo que nuestros latidos no son comparables al del resto de mortales, vivimos minuto a minutos, segundo a segundo, beso a beso, piel con piel, no existen planes de boda; la limitación de vivir el momento lo hace extraordinario, los momentos se vuelven extremadamente naturales y las caricias se convierten en espontaneidad feliz..
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